miércoles, 20 de abril de 2016

Baja del precio del petroleo crisis economica

qqq://www.wsj.com/articles/energy-boom-can-withstand-steeper-oil-price-drop-1414627471
Corrections & Amplifications
Marianne Kah, chief economist of ConocoPhillips, said oil prices would need to fall to $50 a barrel “if you wanted to completely halt production” of U.S. shale oil. An earlier version of this article incorrectly quoted Ms. Kah saying prices would need to fall to $50 a barrel “to really harm oil production” in U.S. shale basins. (Nov. 5, 2014)

virgenes necias.divx

Padre Fortea oracion para liberar de Las influencias demoníacas


Lo primero que hay que decir es que así como en la posesión es posible llegar a la completa seguridad o al menos a una certeza moral de que una persona está sufriendo ese fenómeno -la posesión-, no ocurre lo mismo con las influencias demoníacas que algunas personas sufren. En el caso de las influencias todo es más etéreo, más difuso y en la mayor parte de los casos de imposible comprobación. Digo en la mayor parte de los casos, porque en otros la conexión causal entre el demonio y unos sufrimientos sí que está más que demostrada.
Es cierto que ha habido casos en que determinadas visiones, pesadillas interminables, problemas aparentemente psicológicos y otras cosas, han probado tener una conexión con la acción del demonio.
En los casos en los que la ciencia médica después de años o meses no logre solución, se puede probar con la oración. Pero siempre teniendo en cuenta que no es posible llegar casi nunca a saber con seguridad si todo es natural o algo tiene que ver con el demonio.
Sin embargo, si la persona orando la oración que aparece más abajo se encontrara cada vez mejor y esta mejoría tuviera un carácter duradero, entonces sería signo de que aquello tenía una causa que iba más allá de la naturaleza.
Una persona que crea estar sufriendo en su cuerpo o en su mente una influencia del demonio que va más allá de lo natural puede decir cada día esta oración:

Señor, Dios todopoderoso, misericordioso y omnipotente,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
expulsa de mí toda influencia de los espíritus malignos.
Padre, en el nombre de Cristo te pido que rompas toda cadena
que los demonios tengan sobre mí.
Derrama sobre mí la preciosísima sangre de tu Hijo.
Que su sangre inmaculada y redentora quebrante
toda atadura sobre mi cuerpo y mi mente.
Todo esto te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María.
San Miguel arcángel, intercede, ven en mi ayuda.
En el nombre de Jesús ordeno a todo demonio que pueda tener alguna influencia sobre mí,
que salga para siempre.
Por su flagelación, por su corona de espinas, por su cruz, por su sangre, por su resurrección, ordeno a todo espíritu maligno que salga.
Por el Dios verdadero,
por el Dios santo,
por el Dios que todo lo puede,
te ordeno demonio inmundo que salgas en el nombre de Jesús, mi Salvador y Señor.
.............................
Esta oración debe ser repetida cada día, una vez o varias. Más que el número de veces que se reze lo que importa es el fervor y la fe con que se haga. Para ello hay que concentrarse en la oración y pedir humildemente a Dios y ordenar al demonio que salga. En esta oración a Dios se le pide con humildad y amor, al demonio sin embargo se le ordena, sin ira, sólo con fe.
Por supuesto esta oración debe ir acompañada de una conversión en la vida de la persona. Es decir, de nada sirve pedir que se arranque de nosotros una influencia del demonio si seguimos viviendo en el pecado mortal.
La persona que quiera romper con el demonio debe confesarse, ir a misa los domingos y cumplir los diez Mandamientos.

MINISTROS EXTRAORDINARIOS DE LA EUCARISTÍA



Por: Jose Luis Ventrice

"En virtud de la reverencia debida a este sacramento nada lo toca sino las cosas consagradas; por eso, para tocar este Sacramento, se consagran el corporal y el cáliz así como las manos del sacerdote" (III, q. 82, a. 3). por Michael Davies

Lo que debería ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debería ser norma se ha convertido en extraordinario.

La introducción de la comunión en la mano fue invariablemente seguida por la introducción de ministros extraordinarios de la Eucaristía. Pero contrariamente a la comunión en la mano, que fue aceptada en los primeros tiempos de la Iglesia, el uso de ministros extraordinarios durante la Misa no tiene precedente histórico. Ni la más mínima evidencia puede ser invocada para probar que la Sagrada Comunión haya sido jamás administrada durante la liturgia sino por un obispo, sacerdote o diácono. 

En los primeros siglos hay evidencia de casos, pero siempre fuera de la liturgia. 

Para el siglo trece era ya una tradición establecida que sólo aquello que había sido específicamente consagrado para ese propósito podía entrar en contacto con el Santísimo Sacramento hasta que Éste hubiera sido colocado en la boca del comulgante. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) escribió a este respecto (III, q. 82, a. 3):

“La distribución del Cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote por tres razones. Primero, porque él consagra in persona Christi. Pero así como Cristo consagró Su Cuerpo en la Cena, también Él lo dio a los otros para que participaran de él. Consecuentemente, así como la consagración del Cuerpo de Cristo pertenece al sacerdote, del mismo modo su distribución también le corresponde a él. En segundo lugar, porque el sacerdote es el intermediario establecido entre Dios y el pueblo, por lo cual, así como le pertenece ofrecer los dones del pueblo a Dios, también le pertenece a él dispensar al pueblo los dones consagrados. Tercero, porque en virtud de la reverencia debida a este sacramento, nada lo toca sino las cosas consagradas; por eso, para tocar este sacramento, se consagran el corporal y el cáliz, así como las manos del sacerdote. En consecuencia, a nadie le es lícito tocarlo, excepto caso de necesidad, por ejemplo, si estuviera por caer al suelo o en otro caso de urgencia”.

El documento que autoriza la introducción de ministros extraordinarios de la Eucaristía es una Instrucción de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, del 29 de enero de 1973, titulada Immensae caritatis. Ella autoriza el uso de ministros extraordinarios en “casos de genuina necesidad”. Esta es la enumeración de los casos, pero siempre y cuando:

a) no haya sacerdote o diácono; 

b) éstos se vean impedidos de administrar la Sagrada Comunión por motivo de otro ministerio pastoral, razones de salud o avanzada edad;

c) el número de fieles por recibir la Sagrada Comunión sea tal que la celebración de la Misa o la distribución de la Eucaristía fuera de la Misa pueda verse indebidamente prolongada.

La Instrucción estipula que:

“Dado que estas facultades son concedidas sólo por el bien espiritual de los fieles y para casos de genuina necesidad, se recuerda a los sacerdotes que no por esto ellos están excusados de la tarea de distribuir la Eucaristía a los fieles que legítimamente la piden, y especialmente darla a los enfermos”.

Es difícil imaginar la existencia de circunstancias que justifiquen el uso de ministros extraordinarios no tratándose de tierras de misión. Aunque también es posible que estas circunstancias se den cuando a un sacerdote a cargo de vastas áreas le resulte físicamente imposible administrar la Sagrada Comunión a todos los enfermos y moribundos que lo requieran. Por supuesto, el bien de las almas debe tener toda prioridad, de manera que si se presenta la alternativa entre alguien que muera sin recibir este sacramento o recibirlo de un laico, indudablemente esta última es la preferible, siempre suponiendo que al sacerdote le haya resultado físicamente imposible concurrir. Obviamente, en tales circunstancias sería deseable que el moribundo pudiera acceder al sacramento de la penitencia pero, una vez más, cuando esto es físicamente imposible un acto de contrición perfecta será suficiente, aun en caso de pecado mortal.

Pero no hay comparación entre estas circunstancias verdaderamente extraordinarias y la práctica, hoy demasiado común en muchos países, de encomendar a cientos de laicos en cada diócesis el desempeño de una tarea que, como lo ha destacado Juan Pablo II, debería ser normalmente “un privilegio de los ordenados”. Y con no poca frecuencia se ve a sacerdotes sentados en sus sillas presidenciales, dirigiendo cantos o aun actuando como directores de las filas de comulgantes mientras miembros de élite de la parroquia administran a aquéllos la Santa Comunión, tal vez abreviando la duración de la Misa cinco minutos o menos.

El hecho de que una persona sea seleccionada como ministro extraordinario puede ciertamente contribuir a la autoestima de quienes estén deseosos de obtener oficios que los coloquen aparte (y por encima) de sus coparroquianos. Este fenómeno se manifestó no bien se comenzó a permitir a los laicos leer la Epístola o a tomar parte en las procesiones del Ofertorio. Sacerdotes que no han admitido estas prácticas han sido frecuentemente objeto de quejas al obispo por parte de laicos deseosos de alcanzar el status que estos oficios les traen.

Los fieles que han visto la admisión de estos ministros extraordinarios en sus parroquias habrán notado que el correcto término “extraordinario” es raramente usado. Sin embargo, éste es el término oficial usado en Immensae caritatis y en el nuevo Código de derecho Canónico. Los términos “laicos” o “especiales” se aplican preferentemente para referirse a estos ministros porque ello permite camuflar el hecho de que el uso de tales ministros debería constituir un evento extraordinario, algo que sólo raramente –si alguna vez se diera el caso– se podría dar fuera de tierras de misión. Es difícil imaginar algún sacerdote, digamos, en los Estados Unidos, con tantas apremiantes obligaciones que no tenga tiempo de llevar la Santa Comunión a los enfermos. Si el peso de sus tareas administrativas se le tornara tan pesado, esa sí que es un área donde puede obtener ayuda de los laicos. La presente situación, en la que los sacerdotes se ven superados por actividades que pueden desempeñar los laicos, mientras que éstos asumen la tarea propia de los sacerdotes de llevar la Santa Comunión a los enfermos, es positivamente exótica, una perfecta epitomización del ethos de la Iglesia Occidental en nuestros días.

En cuanto a la indebida prolongación de la Misa en las parroquias con feligresía numerosa, habitualmente hay otro sacerdote para ayudar. Y aun cuando no hubiera otros sacerdotes, y la administración de la Eucaristía fuera prolongada, es difícil imaginar que sea indebidamente prolongada. El sacerdote podría estimular a los fieles para hacer, en esos minutos, una más perfecta preparación y acción de gracias por el privilegio de recibir a su Salvador. ¿Podría cualquier tiempo empleado en tal acción de gracias ser indebidamente prolongado? Raramente se extendería más allá de diez o quince minutos. Si se considera cuanto tiempo emplea el católico medio en mirar T. V. cada día, ¿puede una acción de gracias de quince minutos considerarse indebidamente prolongada?

Lamentablemente, la directiva vaticana fue expresada en términos poco precisos. La frase “indebidamente prolongada” puede significar cinco o cincuenta minutos, según quién la interprete. A través de esas interpretaciones, pues, Immensae caritatis abrió la puerta a la proliferación de ministros extraordinarios. Vinculada con la introducción de la Comunión bajo las dos especies en las misas de los domingos, esta explosión de ministros extraordina-rios ha alcanzado proporciones de epidemia, lo cual ha sido posible, si bien no estrictamente autorizado, por Immensae caritatis. Muy pocos obispos prestan el mínimo acatamiento a la admonición del papa Juan Pablo II en su carta Dominicae Coenae, del 24 de febrero de 1980:

“Tocar las sagradas especies y distribuirlas con sus propias manos es un privilegio de los ordenados”.

“Cuando ministros ordinarios (obispos, sacerdotes o diáconos) se encuentran presentes en la celebración eucarística, estén o no celebrando, en número suficiente, y no estén impedidos de hacerlo en virtud de otros ministerios, los ministros extraordinarios de la eucaristía no están autorizados para distribuir la comunión a sí mismos o a los fieles”.

Por lo contrario, algunos obispos, o los burócratas litúrgicos que los manipulan, muestran gran entusiasmo por la Comunión bajo las dos especies, principalmente por la excusa que ello les da de incrementar la epidemia de los ministros extraordinarios hasta convertirla en una verdadera plaga. En 1987, en una carta que se incluye al final de este trabajo, la Santa Sede intentó restringir la expansión de esta plaga, pero con poco éxito.

Ningún observador imparcial podrá negar que se ha expandido una amplia declinación en la reverencia al Santo Sacramento desde el Concilio Vaticano II. En "Dominicae Coenae" el papa Juan Pablo II deplora estos casos:

"Hemos tomado conocimiento de casos de deplorable falta de respeto hacia las especies Eucarísticas, casos que son imputables no sólo a los individuos culpables de tal conducta, sino también a los pastores de la Iglesia que no han sido suficientemente vigilantes respecto a la actitud de los fieles hacia la Eucaristía".

El Santo Padre concluyó esta carta con su famoso pedido de perdón a los fieles por el escándalo y las perturbaciones a los que se han vistos sometidos respecto a la veneración debida al Santísimo Sacramento:

"Y yo ruego al Señor Jesús que en lo futuro podamos evitar en nuestra manera de conducirnos con este misterio sagrado todo lo que pueda debilitar o desorientar de cualquier modo el sentido de reverencia y amor que existe en nuestro pueblo fiel".

El sentido de reverencia y amor del pueblo fiel por el Santísimo Sacramento se verá inevitablemente debilitado en cualquier diócesis donde el obispo, por convicción o debilidad, haya permitido el uso de ministros extraordinarios de la Eucaristía cuando no existen circunstancias extraordinarias, lo cierto es que tales circunstancias no existen en el noventa y nueve por ciento de las parroquias donde se emplean tales ministros. Lo que debería ser extraordinario se ha convertido en norma, y lo que debería ser la norma se ha convertido en extraordinario. Tal es el estado del catolicismo en el rito romano en nuestros días.

Estamos presenciando no simplemente una disminución en el respeto por el Santísimo Sacramento –allí donde ese respecto existe todavía– sino una disminución en el respeto y valoración del carácter sagrado del sacerdocio, donde ese respeto y esa valoración existen todavía. Muy pocos jóvenes católicos consideran a sus sacerdotes como otro Cristo, alter Christi, un hombre que se diferencia no simplemente en grado sino en esencia del resto de los fieles, un hombre cuya misión primaria es entrar en el santuario y llevar a cabo los ritos sagrados que sólo él puede realizar. En Dominicae Coenae el papa Juan Pablo II recuerda a los católicos que:

"No se debe olvidar el oficio primario de los sacerdotes, que han sido consagrados por su ordenación para representar a Cristo Sacerdote: por esta razón sus manos, así como sus palabras y su voluntad, se han convertido en instrumentos directos de Cristo. A través de este hecho, esto es, como ministros de la Sagrada Eucaristía, ellos tienen una responsabili dad primaria por las Sagradas Especies, porque es una responsabilidad total. Ellos ofrecen el pan y el vino, ellos lo consagran, y luego distribuyen las sagradas especies a los participantes de la asamblea que desean recibirlas ... ¡Qué elocuente, en consecuencia, aun cuando no sea costumbre antigua, el rito de ungimiento de las manos en nuestra ordenación Latina, como que para estas manos es necesaria precisamente una gracia especial y el poder del Espíritu Santo!"


LA SANTA SEDE INTERVIENE

En septiembre de 1987 la Santa Sede mandó cartas a los presidentes de numerosas Conferencias Episcopales sobre el tema de los ministros extraordinarios, urgiéndolos a impedir el abuso de hacer la norma de aquello que debería ser extraordinario. Incluimos aquí el texto completo de la carta enviada al Arzobispo John L. May, presidente de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de los EEUU. 

Como es de imaginar, el documento fue totalmente inefectivo, pero por lo menos brinda evidencia de que la Santa Sede está al tanto de la extensión de los abusos sobre los ministros extraordinarios (se han recibido “numerosas informaciones de tales abusos”), aun cuando no haya podido hacer nada para impedirlos.


Septiembre 21 de 1987.

Muy Reverendo John L. May 
Presidente CNOC
1312, Massachusetts Avenue, N. W.
Washington D.C. 20005

Estimado Arzobispo May:

El Cardenal Prefecto de la Congregación de Sacramentos, en una Carta Circular a todos los representantes papales, ha emitido la siguiente clarificación respecto a los ministros extraordinarios de la Eucaristía.

La facultad concedida a los laicos habilitándolos para distribuir la Sagrada Comunión como ministros extraordinarios de la Eucaristía (Cánones 23O, 3; 9IO, 2) representa sin duda una de las más adecuadas formas de participación en la acción litúrgica de la Iglesia. Por un lado, este privilegio ha provisto una real ayuda tanto para el celebrante como para la congregación en ocasiones donde se presenta un gran número de personas para recibir la Santa Comunión. Pero, por otro lado, en ciertas instancias, han tenido lugar significativos abusos de este privilegio. Tales abusos han conducido a situaciones donde el carácter extraordinario de este ministerio se ha perdido. A veces parece, inclusive, como si la designación de ministros extraordinarios se convirtiera en una especie de premio para recompensar a aquellos que han trabajado para la Iglesia.
El Cardenal Mayer advierte que los abusos de los cuales habla suceden cuando: 

– los ministros extraordinarios de la Eucaristía ordinariamente distribuyen la comunión junto con el celebrante, tanto cuando el número de comulgantes no requiere su ayuda, como cuando hay otros concelebrantes presentes u o-tros ministros ordinarios disponibles, aunque no estén celebrando; – los ministros extraordinarios se administran la Sagrada Comunión a ellos mismos y a los fieles mientras el celebrante y los concelebrantes –si los hubiera– permanecen inactivos.

Después de haber recibido numerosos informes de tales abusos, la Congregación decidió solicitar una interpretación auténtica de los Cánones pertinentes a la Pontificia Comisión para la interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico. Se formuló la siguiente duda:

“Utrum minister extraordinarius Sacrae Communionis, ad norman cann. 9IO, par. 2 et 23O, par. 3, deputatus suum munus suppletorium exercere possit etiam cum praesentes sint in ecclesia, etsi ad celebrationem eucharisticam non participantes, ministri ordinarii qui non sint quoque modo impediti”?.

La Comisión Pontificia trató la cuestión en su sesión Plenaria del 20 de febrero de 1987 y respondió: NEGATIVO.

Esta interpretación auténtica fue aprobada por el Santo Padre el 15 de junio de 1987, quien en consecuencia dio instrucción a la Congregación para los Sacramentos de comunicar la decisión a las Conferencias Episcopales.

La respuesta de la Comisión Pontificia indica claramente que cuando ministros ordinarios (obispos, sacerdotes o diáconos) se encuentran presentes en la celebración eucarística, estén o no celebrando, y se encuentren en número suficiente y no estén impedidos de hacerlo en virtud de otros ministerios, los ministros extraordinarios de la eucaristía no están autorizados para distribuir la comunión a sí mismos o a los fieles.

Finalmente, el Cardenal Mayer le solicita que haga llegar estas directivas a los miembros de la Conferencia Episcopal.

Con mis expresiones de estima y buenos deseos, quedo suyo en Cristo,

Pio Laghi  Pro-Nuncio Apostólico

INSTRUCCIÓN
SOBRE ALGUNAS CUESTIONES
ACERCA DE LA COLABORACIÓN DE LOS FIELES LAICOS EN EL SAGRADO MINISTERIO DE LOS SACERDOTES

Artículo 8
El ministro extraordinario de la Sagrada  Comunión
Los fieles no ordenados, ya desde hace tiempo, colaboran en diversos ambientes de la pastoral con los sagrados ministros a fin que «el don inefable de la Eucaristía sea siempre más profundamente conocido y se participe a su eficacia salvífica con siempre mayor intensidad».(95)

Se trata de un servicio litúrgico que responde a objetivas necesidades de los fieles, destinado, sobre todo, a los enfermos y a las asambleas litúrgicas en las cuales son particularmente numerosos los fieles que desean recibir la sagrada Comunión. 

§ 1. La disciplina canónica sobre el ministro extraordinario de la sagrada Comunión debe ser, sin embargo, rectamente aplicada para no generar confusión. La misma establece que el ministro ordinario de la sagrada Comunión es el Obispo, el presbítero y el diácono (96) mientras son ministros extraordinarios sea el acólito instituido, sea el fiel a ello delegado a norma del can. 230, § 3. (97).

Un fiel no ordenado, si lo sugieren motivos de verdadera necesidad, puede ser delegado por el Obispo diocesano, en calidad de ministro extraordinario, para distribuir la sagrada Comunión también fuera de la celebración eucarística, ad actum vel ad tempus, o en modo estable, utilizando para esto la apropiada forma litúrgica de bendición. En casos excepcionales e imprevistos la autorización puede ser concedida ad actum por el sacerdote que preside la celebración eucarística (98).

§ 2. Para que el ministro extraordinario, durante la celebración eucarística, pueda distribuir la sagrada Comunión, es necesario que no se encuentren presentes ministros ordinarios o que, éstos, aunque presentes, se encuentren verdaderamente impedidos (99). Pueden desarrollar este mismo encargo también cuando, a causa de la numerosa participación de fieles que desean recibir la sagrada Comunión, la celebración eucarística se prolongaría excesivamente por insuficiencia de ministros ordinarios. (100) 

Tal encargo es de suplencia y extraordinario (101) y debe ser ejercitado a norma de derecho. A tal fin es oportuno que el Obispo diocesano emane normas particulares que, en estrecha armonía con la legislación universal de la Iglesia, regulen el ejercicio de tal encargo. Se debe proveer, entre otras cosas, a que el fiel delegado a tal encargo sea debidamente instruido sobre la doctrina eucarística, sobre la índole de su servicio, sobre las rúbricas que se deben observar para la debida reverencia a tan augusto Sacramento y sobre la disciplina acerca de la admisión para la Comunión.

Para no provocar confusiones han de ser evitadas y suprimidas algunas prácticas que se han venido creando desde hace algún tiempo en algunas Iglesias particulares, como por ejemplo: — la comunión de los ministros extraordinarios como si fueran concelebrantes; 

— asociar, a la renovación de las promesas de los sacerdotes en la S. Misa crismal del Jueves Santo, otras categorías de fieles que renuevan los votos religiosos o reciben el mandato de ministros extraordinarios de la Comunión. — el uso habitual de los ministros extraordinarios en las SS. Misas, extendiendo arbitrariamente el concepto de «numerosa participación».



Notas:

(95) Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Immensae caritatis (29 enero 1973), proemio: AAS 65 (1973), p. 264. 

(96) Cfr. C.I.C., can. 910, § 1; cfr. también Juan Pablo II, Carta Dominicae Coenae (24 febrero 1980), n. 11: AAS 72 (1980), p. 142.

 (97) Cfr. C.I.C., can. 910, § 2. 

(98) Cfr. Sagrada Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Immensae caritatis, n. 1: l.c., p. 264; Missale Romanum, Appedix:
Ritus ad deputandum ministrum S. Communionis ad actum distribuendae; Pontificale Romanum: De institutione lectorum et acolythorum.

(99) Pontificia Comisión para la Interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico, Respuesta (1 junio 1988): AAS 80 (1988), p. 1373. 

(100) Sagrada Congregación para las Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Immensae caritatis, n. 1: l.c., p. 264; Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, Instrucción Inaestimabile donum, n. 10: l.c., p. 336. 

(101) El can. 230, § 2 y § 3 del C.I.C. afirma que los servicios litúrgicos allí mencionados pueden ser asumidos por los fieles no ordenados sólo «ex temporanea deputatione» o en suplencia. 
.......

Quedan revocadas las leyes particulares y las costumbres vigentes que sean contrarias a estas normas, como asimismo eventuales facultades concedidas ad experimentum por la Santa Sede o por cualquier otra autoridad a ella subordinada.


El Sumo Pontífice, en fecha del 13 Agosto 1997, ha aprobado de forma específica el presente decreto general ordenando su promulgación.

Del Vaticano, 15 Agosto 1997. Solemnidad de la Asunción de la B.V. María.
Congregación para el Clero Darío Castrillón Hoyos 

Pro-Prefecto
Pontificio Consejo para los Laicos
James Francis Stafford
Presidente
Congregación para la Doctrina de la Fe
Joseph Card. Ratzinger
Prefecto
Congregación para los Obispos
Bernardin Card. Gantin
Prefecto
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida
Apostólica
Eduardo Card. Martínez Somalo
Prefecto
Congregación para la Evangelización de los Pueblos
Jozef Card. Tomko
Prefecto
Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos
Julián Herranz
Presidente
Congregación para el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos
Jorge Arturo Medina Estévez
Pro-Prefecto.
QQQhttp://sacerdote-eterno.blogspot.mx/2012/07/ministros-extraordinarios-de-la.html

Nuestra Fe en Vivo—P. Pedro Núñez • 18 | Abril | 2016

domingo, 17 de abril de 2016

Maldiciones generacionales

Cuando ves un bebé durmiendo tan tierno, tan indefenso y tan pequeñito, te preguntas: ¿Cómo puede un ser tan pequeño e inocente tener alguna maldición?.
       Desafortunadamente un bebé puede aún antes de nacer, estando en el vientre de la madre, tener maldiciones generacionales o ancestrales sobre su vida. Es algo muy triste, pero es verdad.
       Surge otra pregunta: ¿Cómo puede un hijo de una familia cristiana ser rebelde y apartarse de la enseñanza de su hogar e ir por su propio camino, cuando todos los demás hijos están siguiendo el ejemplo de sus padresí Una de las razones puede ser que hay una maldición sobre su vida, que aún para los padres ha pasado inadvertida, o no saben como romperla.    
        Isaías 65:23 : No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.     
                ¡Qué promesa! Veamos ahora porque no se cumple del todo. Descubramos y analicemos cinco puntos esenciales:
       1. ¿Qué es una maldición?.
       2. Categorías de maldiciones.
       3. ¿Cuáles son los síntomasí.
       4. Causas y efecto de las maldiciones.   
       5. ¿Cómo romper alguna maldición que esté en mi, en mi familia, en mis amistades o en alguna otra persona? ¡Estemos atentos y entremos a una nueva dimensión para ministrar y rescatar a nuestra generación para el Señor!.
        1. ¿Qué es una maldición?:
       Es aborrecer, detestar, execrar, vituperar, condenar a una persona o cosa. Es atar a alguien con palabras o blasfemias. Una maldición es una fuerza demoníaca puesta sobre una persona o una familia a través de: palabras, o por voluntad y acción de alguien. Las acciones pueden incluir a los propios padres involucrados en actividades de ocultismo.
 2. Cuatro categorías de maldiciones:
       a) Maldiciones justas.
       Son las originadas por rebeldía contra Dios y que pueden extenderse hasta la cuarta o aún hasta la décima generación y que son resultado de los pecados cometidos al romper el pacto con Dios. Por ejemplo: adorar dioses ajenos
       Exodo 20:3-6: 3  No tendrás dioses ajenos delante de mí.  4  No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.  5  No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,  6  y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
       Se está violando el primer y segundo mandamientos que hablan en contra de la idolatría y la adoración a dioses o imágenes.
       Involucrarse en alguna forma de ocultismo:

       Consultar horóscopos, formas de adivinación, tarot, tabla “ouija”, brujería, magia, astrología, telepatía, proyecciones astrales, aromaterapia, meditación trascendental, yoga, espiritualismo, amuletos, péndulo, hipnotismo, lectura de cartas, lectura de la mano, lectura del café, karate, supersticiones, nueva era, etc.

       Nacimiento ilegítimo (sin la bendición de Dios).
       La maldición impide la bendición de Dios en la vida de la persona y tendrá consecuencias en todo lo que haga, hasta que no se arrepienta y camine con Dios.
        b) Maldiciones impuestas.
       Originadas en el hombre como resultado de palabras habladas por alguna persona con odio o enojo hacia otra. ¿Cuántas veces se ha dicho a alguien o al hijo: eres un “condenado”, eres un “maldito” y no se mide el poder de las palabras, ni  la intención con que se dicen. ¡Cuidado con lo que decimos! La muerte y la vida están en poder de la lengua… (Pr 18:21a).
       Hay maldición al invocar a los agentes de satanás, como brujos, adivinos, sacerdotes satánicos, espiritualistas, gitanas, etc., que saben y están conscientes que actúan por el poder del enemigo.   
       Otras maldiciones son dichas por alguien que odia o rechaza a otra persona; ésta no sabe que eso es inspirado también por satanás.
       En Deuteronomio 28 se habla de las bendiciones por la obediencia a los mandamientos de Dios, o las maldiciones por la rebelión y la desobediencia a ellos. 
       Deuteronomio 30:19 : A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.
       La vida está en relación a la bendición y la muerte está en relación a la maldición.
        c) Maldiciones bíblicas:
       – La oposición a la autoridad o descubrir su pecado o falta a otros. Por      ejemplo: María habló mal de Moisés y quedó leprosa. Tanto a las autoridades como a los padres se les debe honrar y respetar, aún no siendo ejemplares.
       Otro caso cuando Noé salió del arca y plantó una viña y se embriagó.      
       Génesis 9:20-23:   20  Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; 21  y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda.  22  Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera.  23  Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.
       Reflexionemos en esto que trajo la maldición a Canaán. Noé se embriagó, es un acto de rebeldía y es un pecado; su hijo lo descubrió ante sus hermanos, es decir, no honró a su padre. La enseñanza es: si somos testigos de las debilidades de alguno, aún con evidencias, no debemos comunicarlo a otros, porque puede acarrearnos maldición.
       – Los que maldicen al pueblo escogido por Dios.
       Génesis 12:3: Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
       Si tú quieres bendición para ti, para tu familia, ora y bendice a Israel; es una promesa de Dios. También cuando se maldice al cristiano a quien Dios ha bendecido, se atrae maldición sobre sí mismo.
       El robar a Dios en el diezmar y ofrendar.
       Malaquías 3:8-9   8 ¿Robará el hombre a Diosí Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
       Qué importante es enseñar a los niños desde pequeños a diezmar y a los jóvenes que trabajan apartar su diezmo para Dios, esto ayuda a romper cualquier maldición de pobreza y ser apartado el enemigo de sus vidas y tener prosperidad. Estas solo son algunas; hay muchas mas escritas en la Biblia para que las descubras.
        d) Automaldiciones:
       Rebeca, madre de Jacob y Esaú, cuando quiso obtener la bendición para el menor, aunque Dios ya lo había escogido, ella quiso actuar por sí misma engañando a Isaac para lograrlo.
       Génesis 27:6-13:   6  Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo:  7  Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera.  8  Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando.  9  Vé ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta;  10  y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte.  11  Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño.  12  Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición.  13  Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos. 
       En este caso fue una auto maldición conciente, declarada por ella misma y se hizo acreedora a la maldición con los hijos lejos y sufriendo hasta morir, sin volver a verlos. Otras no conscientes pronuncian maldición, o en otras palabras “profetizan negativamente” recibiendo el efecto de ello.
       Ejemplos: “Yo nunca me casaré para no sufrir como mis hermanas”, “esta enfermedad me va a matar”, “tengo miedo de que me roben y me dejen medio muerto y en la calle”, “yo no nací para tener hijos, son un problema”.       Sin darse cuenta quien así piensa se está auto maldiciendo o está maldiciendo a su generación.
       3. ¿Cuáles son los síntomas  mas comunes de las maldicionesí :
       Tormentos nocturnos, pesadillas, depresión continua, persistentes dolores de cabeza, fatiga inexplicable, alcoholismo generacional, confusión, frecuentes accidentes, pensamientos suicidas, lagunas mentales, explosiones de enojo, algunas enfermedades, muertes prematuras en la familia, pobreza, o bancarrota o continua.
        4. Causas y efecto de las maldiciones:  Toda maldición es producida por alguna causa.    
       Proverbios 26:2 : Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa.
       La principal causa de recibir maldición es la rebelión. Por ejemplo, Adán y Eva. Dios los creó a su imagen y semejanza, los bendijo y les dijo que fructificaran y se multiplicaran. Por supuesto con la bendición vino la responsabilidad de obedecer, pero desobedecieron y la tierra fue maldita, y con ello vinieron consecuencias.
       Otro ejemplo fue luzbel se rebeló contra Dios y fue arrojado del cielo y recibió maldición.
       La humanidad desobedece y le es quitada la bendición.
       ¡Debemos rescatar a nuestra generación y a tanta gente perdida que nos rodea, que está en pecado y con maldiciones por su ignorancia y llevarle a Cristo!.
       Las maldiciones se reciben cuando voluntariamente se cometen acciones en contra de la voluntad de Dios o de su Palabra. Esto trae consecuencia de maldición en la persona y en su descendencia.
       Uno de los propósitos del enemigo, al cual se le da autoridad por el pecado de rebeldía o desobediencia, es perpetuar o continuar la maldición en todas las generaciones posibles; y esto es a través de los malos espíritus que tienen derecho en la persona, por causa de la maldición que no ha sido rota, y que impide que la persona pueda ser libre.
       Una pareja estaba viviendo en unión libre, tenía dos hijos. Empezó a asistir a la iglesia, aceptaron al Señor, oraban, eran fieles, pero no habían experimentado la bendición en su matrimonio. Cuando se les preguntó por qué no se habían casado, se vieron el uno al otro, sólo levantaron sus hombros y dijeron: “pero hemos estado unidos por muchos años y ya tenemos dos hijos”, dando a entender que ya era tarde. Pero nunca es tarde para recibir la bendición de Dios.
       Se les dijo: “deben casarse”. Estos nuevos convertidos no se habían dado cuenta de las leyes que producen bendiciones o maldiciones. Al entenderlo se casaron y con ello rompieron la maldición para ellos y sus hijos. Mire qué fácil.
       ¿Por qué? Porque el poder para anular la maldición, está en la cruz.
       Gálatas 3:13: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).
       Esta es una de las provisiones de la redención.
       – Veamos ahora las maldiciones heredadas:
       Alguna enfermedad puede manifestarse en varias generaciones de la familia, aún por asunto de raza. Cuando asistimos al doctor para consultarle, normalmente él hace un “historial clínico” para descubrir la enfermedad o padecimiento en ambas líneas genéticas de nuestros ancestros. Los doctores quieren  saber si no hay alguna maldición o herencia familiar; no lo dicen así, pero eso es realmente, porque preguntan: “¿Tu padre padeció cáncer? ¿tu madre tuvo lupusí ¿diabetesí ¿artritisí ¿problemas cardiacosí” etc.
       Las enfermedades físicas no son las únicas maldiciones generacionales, muchas más se pueden identificar al observar o discernir los pecados familiares y los problemas que se repiten o se intensifican en las generaciones siguientes.
       Ejemplos: maldiciones de pobreza, fracasos conyugales, divorcios, esterilidad, accidentes, madres solteras, locura, alcoholismo, soltería, muerte, etc. Los canales utilizados para transmitir las maldiciones heredadas son los genes, los cromosomas y la sangre.
       Una pareja sin hijos decidió adoptar un bebé. La trabajadora social les dió antecedentes de la nena: “aunque la niña es linda y parece muy sana, la familia de donde procede no es la mejor. El padre alcohólico, abandonó a su familia. La madre al no poder enfrentar la situación abandonó a sus tres hijos dejándolos solos en la casa. Una persona escuchó a un bebé llorando en la casa obscura y buscó ayuda porque la pequeña estaba a punto de morir de hambre”.
       Llegó a la casa cuna y al ser examinada, el médico dijo que estaba desnutrida, con una infección y fiebre. Estando en el hospital se descubrió que era alérgica a la leche; al darle substituto mejoró considerablemente. Se notó que la niña se asustaba con facilidad, era muy nerviosa y tenía mucha energía. Necesitaba mucho cuidado y amor. Los padres adoptivos, cristianos por supuesto, le dieron la mejor educación y mucho amor. La niña se desarrolló emocionalmente bien, pero al crecer se notó que tenía ataques de enojo, sin causa aparente y desobediencia; además no estaba bien en la escuela. Al llegar a la adolescencia se volvió muy rebelde. Se salía por la ventana para andar con chicos vagos. Empezó a fumar, beber y drogarse. El director de la escuela les informó que faltaba con frecuencia y no cumplía con las tareas. Pedía dinero a la madre, que quedó viuda y cuando no se le daba, golpeaba a su madre; en una ocasión le tiró dos dientes.
       Finalmente huyó y se unió a un hombre, y después a otro, y así con un tercero. Siempre consumiendo drogas y embriagándose. En una ocasión trató de matar a sus cuatro hijos, dos del segundo y dos del tercer hombre; así como a la pareja con quien ahora vivía.
       Se convirtió en una amenaza para ella misma y para otros porque vivía bajo maldiciones de su linaje, que ni siquiera conoció. Necesitaba ser libre para que también sus generaciones fueran rescatadas para Dios.
        Efecto de las maldiciones:
Ø      odos en mi familia han muerto a los 39 años.
Ø      Mis cuatro hermanas se han divorciado.
Ø      Mi madre fue infiel y a pesar de aborrecer esa actitud, tengo una relación con un hombre casado.
Ø      Mis hermanos y hermanas “han tenido que casarse”.
Ø      Cada varón en mi familia ha sido alcohólico y mi hijo adolescente está bebiendo mucho.
Ø      No  veo progreso en mi vida espiritual.
Ø      He sido despedido de cada empleo, o las compañías donde he trabajado han quebrado.
Ø      No puedo disfrutar la vida, porque siento que pronto sucederá una desgracia y así ocurre.
        Para entender las maldiciones debemos darnos cuenta que estamos lidiando con fuerzas poderosas que no podemos ver y que nuestros sentidos no pueden entender.
       5. ¿Cómo romper las maldiciones en mi, en mi familia y en otras personasí:
Ø      El primer paso es arrepentirse de permitir llegar a la maldición.
Ø      Tomar autoridad en el Nombre de Jesús y aplicar la sangre de Cristo para romperla.
Ø      Si tú, tu familia, o alguna persona que es víctima de maldición, se ha involucrado en alguna forma de ocultismo, arrepentirse y renunciar rompiendo cualquier atadura.
Ø      Si alguna pareja se va a casar, romper cualquier cadena de su pasado. También puedes hacerlo si ya tienes años de casada; no podemos saber todo lo que previamente hubo en nuestro linaje.
Ø      Sacar y destruír todo objeto, libro o imagen relacionada con la maldición.  
       Josué 6:18: Pero vosotros guardáos del anatema (objeto de maldición); ni toquéis, ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis anatema el campamento de Israel, y lo turbéis.
       Turbar el campamento también es afectar nuestra casa.
Ø      Romper y renunciar a cada maldición generacional del linaje del padre y la madre.
       En Cristo somos un nuevo linaje, un nuevo árbol genealógico por medio del madero de la cruz, donde toda iniquidad de los padres fue clavada y redimida.
Ø      Si hay alguna maldición a través de un brujo, o siervo de satanás se puede usar la Palabra,
       Salmos l09:17-20:   17  Amó la maldición, y ésta le sobrevino;  Y no quiso la bendición, y ella se alejó de él.  18  Se vistió de maldición como de su vestido,  Y entró como agua en sus entrañas,  Y como aceite en sus huesos.  19  Séale como vestido con que se cubra,  Y en lugar de cinto con que se ciña siempre.  20  Sea este el pago de parte de Jehová a los que me calumnian.
       Volverá a aquel de quien   procede y no tendrá un efecto en la vida del cristiano obediente.
Ø      Perdonar y bendecir a la persona que pronunció o produjo maldición en tu vida, especialmente si fueron tus padres.
Ø      Las parejas cristianas que adoptan bebés, romper las maldiciones generacionales y si conocen, tanto mejor. Renunciar a ellas y a cualquier asignación que el enemigo tenga en su vida en el Nombre de Jesús. Aplicar la sangre de Jesús al pasado y proclamar un futuro para ti y el bebé en Cristo.
       Isaías 28:18a:  Y será anulado vuestro pacto con la muerte y vuestro convenio con el Seol no será firme…”. El nuevo pacto de la sangre de Cristo es efectivo.
       Por último algo muy importante para las mujeres. Así como satanás llegó a Adán a través de Eva, muchos hombres son atrapados por las mujeres, tanto las ajenas que quieren destruír las familias, como las esposas que frustradas por tener un esposo inconverso o inmaduro, toman la autoridad y el lugar del esposo,
       Para que una mujer pueda romper cualquier maldición en la familia, primero tiene que entrar al orden divino, respetando al hombre como su cabeza y estando bajo su cobertura y protección. Así mismo, el varón debe cumplir con su responsabilidad de ser cabeza, autoridad, proveedor y protector para la familia. Las familias que no están en el orden espiritual son un blanco seguro para las maldiciones.
       Tenemos la promesa:     
       Malaquías 4:6: El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición. 
       Hemos de entrar al orden de Dios y a la obediencia; de lo contrario se recibirá maldición.
       En conclusión:
       Hay maldiciones permitidas por Dios en nosotros y en generaciones, por romper el pacto con El al desobedecerle.  Los hijos ilegítimos son víctimas de maldición, así como el involucrarse en formas de ocultismo o adorar dioses falsos. También hay maldiciones impuestas o auto-impuestas, por palabras o acciones.
       Muchas más son bíblicas, porque Dios ha dado leyes que al ser violadas, evitan la bendición. Tales como: el no diezmar, el maldecir al pueblo de Israel, el no honrar y obedecer a los padres, así como no respetar u obedecer a las autoridades.
       Siempre habrá una causa que originará la maldición que normalmente es transmitida por el linaje. Gracias a Dios que siendo hijos obedientes, temerosos de Dios, podemos romperlas y cambiarlas por bendición, porque ahora somos de Su linaje.             
       Isaías 65:23: No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.

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